martes, 20 de enero de 2009

Festividad de Sant Antoni

El pasado sábado era día 17 de enero y ese es un día tradicional en Catalunya, Comunidad Valenciana y Comunidad Balear, puesto que se celebra la festividad de Sant Antoni, abogado de los animales. Tradicionalmente siempre por estas fechas se había celebrado en Catalunya Els tres Tombs, una tradición en la cual, principalmente en el medio rural, se sacan en procesión a los animales que uno tenga y después estos son bendecidos por un sacerdote. También era tradición celebrar la festividad comiendo un postre, el Tortell de sant Antoni, roscón relleno de mazapán y que esconde en su interior una figurita de porcelana con forma de animal, el cual es muy parecido al clásico Roscón de Reyes.

Esta ha sido una tradición muy celebrada hasta hace bien poco. Ahora creo que la tendencia es que va a desaparecer. Me explicaré.

El mismo sábado salí a buscar el delicioso postre para celebrar tan señalado día, pero cual no sería mi sorpresa cuando en la mayoría de las panaderías y pastelerías en las que preguntaba, no tenían en venta el famoso roscón. Seguí buscando y en uno de los comercios que entré me atendió una “solícita” señorita de allende los mares. Le pregunté por el pastel de marras. Ella se me quedó mirando como quien le pide un platillo volante para ir a Júpiter y me dijo que no sabía de que le hablaba, que si quería un brazo de gitano, pues eso si lo tenía. Le agradecí el intento y me fui raudo. Continué preguntando en las tiendas especializadas en pan o pasteles y señoritas con el mismo origen o similar, me seguían negando el tan preciado postre. Finalmente encontré una panadería – pastelería, ya muy alejada de mi casa. Allí me atendió una señora de aquí, de Barcelona, y me confirmó que, aun a pesar de la hora que era (ya se había hecho tarde y eran las 2’30 pm) todavía le quedaba algún roscón de sant Antoni. Le di mentalmente las gracias a sant Antoni y le pedí a ella que me sirviera uno. Mientras lo envolvía le comenté el caso que me había ocurrido, el no haber hallado pastel alguno antes en ningún lado y le pregunté si lo que pasaba era porque estaba desapareciendo la tradición. Ella me respondió que probablemente era así, ya que este año habían hecho poquísimos pasteles y aun así les habían sobrado, cosa que en años anteriores era al contrario, más bien les faltaban. Y continúo informándome de que el año próximo ya no lo harían, debido a que en el barrio hay una gran cantidad de población emigrada que desconoce la tradición y, obviamente, ya no compran tan delicado roscón.

A mí aquello me llenó el alma de congoja y de una tristeza infinita. Una tradición tan secular como aquella se estaba perdiendo porque la población está cambiando. Me parece muy triste que perdamos nuestras tradiciones, no ya por olvido y desidia nuestra, sino porque las personas llegadas de fuera desconozcan nuestras costumbres. Al contrario, deberíamos luchar para darlas a conocer a la gente foránea y hacer algo para que no se pierdan. Creo que aquella pastelería, aun a pesar de no vender todo, debería seguir haciendo los roscones de sant Antoni el año próximo, sería la manera de impedir que una bonita tradición desaparezca en el maremagnum de la globalización multicultural de hoy día en Barcelona. Siempre habrá alguien que, como yo u otros, queramos seguir perpetuándola.

Propicios días.

Gilgamesh.

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