lunes, 23 de mayo de 2011

Traseros Famosos

Estaba hace poco buscando información sobre el grupo sueco ABBA, cuando entre tantos blogs y tantas páginas sobre el mismo leí una curiosidad que me llamó la atención. Se trata de un revuelo que había organizado una de las chicas del conjunto, Agnetha Fältskog, la cantante rubia. Ocurrió durante el concierto celebrado en Australia en 1977. Dicho revuelo tuvo tal repercusión entre el género masculino que asistía al evento que llegó a ser comentado al cabo de uno o dos años en un documental-película sobre el grupo sueco. El hecho en sí no pasa de ser una mera anécdota, pero que no deja de ser curiosa. Todo tiene que ver con el atuendo que en aquella ocasión lució la susodicha cantante. Agnetha salió a la sazón a cantar las pegadizas canciones del grupo ataviada con una blusa fina y ajustadísimo pantalón de color crema claro o blanco que perfilaba hasta el mínimo detalle de su generosa anatomía, combinado con unas altas botas de las de tipo de montar hasta las rodillas. En un momento dado de la actuación, Agnetha se giró para bailar y contonearse dando la espalda al respetable. Y fue ese gesto el que provocó aquel sonado revuelo, y no porque la gente considerase aquella acción como una mala educación por parte de la rubia intérprete, no, el alboroto vino porque con él la sueca mostraba detalladamente el claro perfil de su bien dotado antifonario. Repitió Agnetha aquellos movimientos de espaldas al público en varias ocasiones, haciendo subir la testosterona al sector masculino -- y quién sabe si también parte del femenino, porque hoy día uno ya no puede singularizar los hechos de género--- que se había concitado para disfrutar de la música del cuarteto, despertando pasiones en más de un corazón y provocando más de un bajo instinto hacia ella (y eso que estaba el esposo al lado). Hasta aquí una anécdota que no tiene mayor relevancia excepto para los más apasionados fans de la cantante rubia.
Pero este incidente me provocó una reflexión sobre una curiosidad. No sé por qué, tras conocer la anécdota y ver las fotos de Agnetha, hice una relación del tafanario de la sueca con otro más famoso y según parece de mayor valor pecuniario. Me estoy refiriendo al trasero de la también cantante y actriz Jennifer López. Resulta que esta señorita, obviamente hoy día más joven que Agnetha, tiene asegurada su parte posterior contra cualquier clase de evento que pudiera ponerlo fuera de juego. Esto sí que me da que pensar. Otras personas aseguran partes de su cuerpo porque son las herramientas de su trabajo, verbigracia las cantantes de ópera que aseguran su aparato de fonación, que es con el que se ganan la vida; algunos artistas manuales, que pueden asegurar las manos con que hacen sus obras de arte; algún futbolista que asegura sus piernas, ya que son con las que fabrican los goles que ilusionan a los seguidores de su equipo o resumiendo, cualquier mortal que asegura su propia vida. Y he aquí lo que yo no entiendo: ¿Qué es lo que hace tan especial a la Cara B de la señorita López para que ésta tenga que asegurarla si con ella no se gana la vida que sepamos? Que alguien me corrija si incurro en error cuando digo que es un caso único, al menos en el mundo del espectáculo. Aunque en realidad ya me imagino cual debe ser el motivo que ha llevado a Jennifer López a hacer tal cosa: la vanidad.
De todos los ponderables atributos de las mujeres en que los hombres se suelen fijar, los senos y la parte posterior de las caderas son lo que más podemos destacar por su notoria relevancia en la anatomía femenina en general. Muchos hombres son especialistas en uno u otro de estos atributos y miles o millones de discretas miradas son diariamente posadas furtivamente encima de tal o cual anhelada parte del cuerpo femenino. Aunque en realidad los hombres pensemos que las mujeres no advierten nuestra pequeña y discreta intromisión en su intimidad, la verdad es que sí que se dan cuenta y muchas de ellas han sabido sacar provecho de ello. Muchas suelen potenciar sus mejores virtudes físicas para llamar la atención del mayor número de hombres y así poder derrotar a sus competidoras menos dotadas o menos preparadas en los asuntos de la atracción de miradas. Referente a los senos, estos siempre han sido potenciados por los grandes escotes que han mostrado a la lujuriosa mirada masculina y han dejado volar en lúbricos pensamientos, unas grandes porciones de tan atractivos elementos del torso femenino. Pero en cuanto a la parte posterior femenina se refiere, el gran invento de los Jeans o tejanos, fue el evento principal que dejó disfrutar a la vista masculina de una de las partes más resguardadas siempre a los ojos del hombre hasta bien entrado el siglo XX. Así que todas aquellas mujeres que quieren ganar en atención a sus atractivos, no dejan de buscar unos buenos pantalones que se ajusten a sus caderas a modo de segunda piel. Y aunque en estas lides son duchas mujeres de todas las latitudes del mundo, las mujeres latinoamericanas tienen una especial habilidad para desenvolverse en tales cuestiones.
Es de todos sabido que la mujer de allende los mares suele estar muy bien dotada en curvas, tanto en la parte superior como en la inferior y mucho más en estos tiempos que corren, que comparadas con las europeas medias y su manía de estar hiper delgadas, hacen parecer a estas como reglas rectas y aquellas otras se nos aparecen a los hombres como mujeres carretera, es decir, que todo son curvas. Si de algo está satisfecha la mujer latina es de su cuerpo, arma seductora que sabe usar sabiamente para provocar a más de un timorato o despistado que cae en unas redes sutilmente tendidas. Suelen vestir en muchas ocasiones ajustadísimos pantalones que realzan sus caderas hasta extremos que a veces suelen dar la sensación de dolorosos y en cuanto a los pechos, los escotes que lucen van en consonancia del tamaño glandular que poseen. Es muy conocido quizá, que en Latinoamérica el grueso más importante de las operaciones de estética es el llevado a cabo para dar un mayor volumen a los senos, incluso cuando estos de por sí ya se podrían tachar de grandes. Parece ser que disponer de unos senos enormes, que en ocasiones parecen ubres, es condición sine qua non en la concepción de belleza en la mujer latinoamericana. Tanto es así que, incluso chicas realmente jóvenes, ya pasan por los quirófanos sea con permiso y autorización de los padres y cirujanos o bien a hurtadillas en clínicas ilegales. No en vano podemos recordar una telenovela colombiana en la que el título reflejaba toda la problemática que conlleva el tener unos senos adecuados a los cánones de belleza latinos, la telenovela en cuestión era: Sin Tetas no hay Paraíso, y la paradigmática trama de la misma refleja muy bien, en el inicio de la serie, la preocupación de las jovencitas colombianas y la importancia que en general se le da a tener un poderoso atractivo en la parte superior del torso y hasta donde se puede llegar para conseguirlo, sobre todo en las clases menos favorecidas. Pero tampoco hay de desechar la importancia de las operaciones encaminadas a realzar y dar más volumen al nalgatorio o bien los tratamientos de silicona para aumentar los labios. El resultado suele ser una mujer de atractivos y seductores atributos que atraerán siempre las miradas de los hombres más interesados en mostrar su atención a tales encantos.
Pero el querer tener un cuerpo atractivo sexualmente y el desear estar atractiva sexualmente son cosas muy distintas. Mientras que la europea media es consciente de su cuerpo y suele ataviarse conforme a él, la mujer latinoamericana, principalmente las de clases más bajas y con menor nivel, siguen mezclando los dos conceptos y así encontramos a mujeres que quieren seguir mostrando la configuración de sus posaderas y el realce de sus senos al precio que sea. El resultado suele ser más bien desagradable, ya que a menudo nos encontramos entonces con mujeres muy entradas en carnes y enfundadas en unos pantalones de hasta tres tallas menores y unas camisetas en forma de top con un gran escote. Este top, aparte de dejar entrever una buena fracción del arranque de sus generosos senos, también suele mostrar una buena porción de su prominente panza, aderezada con una buena ración de michelines adiposos.
Resumiendo, la mujer latinoamericana suele ser presumida y le gusta alardear de sus atributos femeninos delante de su plétora masculina, siempre deseosa de deleitarse visualmente con lo que las mujeres pueden ofrecerles en ese aspecto.
Y a lo que iba sobre mi reflexión: Si es cierto que si Jennifer López, que aunque norteamericana de nacimiento es latina de origen, ha asegurado su As de oros para poder presumir delante la caterva de seguidores masculinos que le beben los aires y así asegurarse mediante esa atracción un puesto entre las mujeres más deseadas, no es menos cierto que Agnetha debería tener entre esos puestos un lugar principal, ya que sus asentaderas superan con creces las de la señorita López. Y es que no todo lo de fuera siempre es mejor. Si se puede aseverar que hoy día la mujer latinoamericana es reconocida por la exuberancia de sus curvas y que la mujer europea lo es en estos tiempos por la falta de ellas, podríamos decir que Agnetha Fältskog desmentiría hoy día esa aseveración. La desmentiría ya que las proporciones de la señorita Fältskog superan en perfección a las de la señorita López, dejándola, en un imaginario concurso de extremos inferiores, en un segundo o tercer lugar. Así que a mi juicio gana en armonía y perfección el trasero de la sueca de aquella época que no el de la norteamericana de hoy, y si no, vean y comparen y digan cual es el mejor.
Como enlace les dejo un vídeo en que sale una parte de la actuación de Abba en Australia en 1977.
Propicios Días
Gilgamesh




















Jennifer Lopez
Agnetha Fälstkog

VÍDEO SOBRE ABBA