Si en otros post presentaba unas curiosas y aclamadas muñecas eróticas japonesas, que llamaban la atención por su realismo, esta vez abundando en la obsesión de los japoneses por la robótica y el realismo quisiera traer a colación una noticia.
El pasado sábado en una conferencia de prensa celebrada en Osaka, Japón fue presentado el robot Geminoid TMF. Se trata de un robot hecho a imagen y semejanza de una atractiva modelo y que tiene la capacidad de reproducir las expresiones faciales de la misma. El robot puede mover su piel facial para imitar una sonrisa, reír mostrando los dientes y fruncir las cejas al recibir las señales eléctricas
En la conferencia presentaron a la modelo junto con su doble cibernético. Ambas iban vestidas de la misma manera, una chaqueta y una falda de cuero negro. La modelo llegaría a decir más tarde a los periodistas que se sentía como si tuviese una hermana gemela.
Geminoid TMF hizo las delicias de todos regalando sonrisas y riéndose de las carantoñas que le hacía su “hermana” de carne y hueso (foto) El robot actúa así debido que se filmaron con una cámara de vídeo todas las expresiones del rostro de la joven, proporcionando al robot la información suficiente para analizarlas y reproducirlas exactamente.
Los desarrolladores dijeron esperar que el robot fuera eventualmente utilizado en situaciones de la vida real, como por ejemplo en los hospitales.
“Tenemos datos que confirman que el robot ya ha dado cierta confianza psicológica con sus movimientos de cabeza y sus sonrisas a algunos pacientes cuando eran examinados por los médicos.” Dijo Satoko Inoue, portavoz de la empresa Kokoro una de las dos compañías involucradas en el desarrollo.
Una nueva tecnología siempre crea algún miedo y opiniones negativas, pero los investigadores buscan hacer robots que puedan expresar algo similar a las emociones humanas. Añadió Hiroshi Ishiguro, profesor de la Universidad de Osaka, que dirige la investigación.
Ahora la empresa tiene una serie de copias del robot para ser vendidas al precio de 10 millones de yenes ( unos 80.000 euros) a diversas organizaciones de investigación sobre robots.
Pero no sólo de imitaciones del genero femenino viven las industrias de la cibernética japonesa. También los robots semejantes a animales de compañía tienen su hueco en el mundo de los droides.
Se puede comprobar en el enlace del vídeo que acompaña a este post y en que podemos ver a un gato robot que hace lo mismo que haría uno de carne y hueso. Maullar, mostrar gestos con su felino rostro, detectar la llegada de alguien en la habitación, etc.
Muy interesante todo este mundo y creo que estamos, o los japoneses en realidad, muy avanzados en el tema de la cibernética. Está claro que los nipones son un pueblo que gusta del futuro y los robots son para ellos el icono más evidente de ese futuro que se nos prometió hace unas décadas atrás. Un futuro plagado de robots casi humanos, naves espaciales y extraterrestres venidos de infinitos mundos habitados. Pero ciertamente estamos muy lejos aun de ese futuro de ciencia-ficción. La carrera del espacio ha quedado relegada, y más ahora con la crisis generalizada, a un nivel muy bajo del escalón de prioridades de los países involucrados en ello.
Los mundos habitados son del todo esquivos a nuestra ciencia y a nuestros aparatos de rastreo, tanto ópticos como de señales de radio. Las ideas de un mundo habitable y que podamos colonizar queda cada vez más en las regiones más inaccesibles de la utopía o la entelequia.
Durante las décadas que van de los 50 a los 80, la ilusión de creer que el universo estaba lleno de civilizaciones avanzadas y que nos visitaban en platillos volantes, alimentó la esperanza de muchos en que llegaría el día de un contacto con unos supuestos hermanos del cosmos. Pero la ciencia y la realidad han demostrado que todo ha sido pura ilusión y que la explicación a los famosos platillos volantes solía ser mucho más mundana que la visita de seres de otros mundos. La ciencia hoy por hoy ha demostrado que no hay ningún planeta, al menos cercano, en el que pueda habitar una civilización, ni avanzada ni atrasada. Ni tan siquiera que pueda albergar vida. Y los planetas que pudieran tener unas condiciones parecidas al nuestro están tan lejos para que nos visiten los supuestos habitantes como para que entre en nuestros objetivos colonizarlo a medio o largo plazo. Hoy día, en la capacidad de nuestra ciencia y nuestra tecnología estamos muy, muy lejos de lograrlo.
Por otro lado la cibernética avanza, pero muy despacio. Lejos están aun los robots autónomos que puedan hablar y charlar con nosotros como si de personas se tratara. Los C3PO de la Guerra de la Galaxias o los Terminators de la película del mismo nombre, aun siguen esperándonos en su inaccesible reino de la Fantasía y la ciencia-ficción.
Es una lástima no haber podido conocer ese futuro que propugnaban los autores de Fantaciencia, pero no debemos quejarnos, ya que nuestro mundo sería algo mágico para un hombre de ciencia del siglo XIX. Y no digamos para un campesino de la edad media, para él nuestro mundo sería como una visión del infierno. Incluso, para un hombre o mujer de los años 50 o 60 nuestros adelantos tecnológicos serían cosa que les causaría gran admiración. Por ejemplo ¿Qué hubiera pensado un joven de principios de los 60, que solía hacer sus fiestas en guateques caseros con unos tocadiscos de maleta, si le dijésemos que hoy nuestra música ya casi no tiene soporte físico y que se reduce a un código binario de digitalización? Nos tomaría por locos.
Propicios días.
Gilgamesh.
El pasado sábado en una conferencia de prensa celebrada en Osaka, Japón fue presentado el robot Geminoid TMF. Se trata de un robot hecho a imagen y semejanza de una atractiva modelo y que tiene la capacidad de reproducir las expresiones faciales de la misma. El robot puede mover su piel facial para imitar una sonrisa, reír mostrando los dientes y fruncir las cejas al recibir las señales eléctricas
En la conferencia presentaron a la modelo junto con su doble cibernético. Ambas iban vestidas de la misma manera, una chaqueta y una falda de cuero negro. La modelo llegaría a decir más tarde a los periodistas que se sentía como si tuviese una hermana gemela.
Geminoid TMF hizo las delicias de todos regalando sonrisas y riéndose de las carantoñas que le hacía su “hermana” de carne y hueso (foto) El robot actúa así debido que se filmaron con una cámara de vídeo todas las expresiones del rostro de la joven, proporcionando al robot la información suficiente para analizarlas y reproducirlas exactamente.
Los desarrolladores dijeron esperar que el robot fuera eventualmente utilizado en situaciones de la vida real, como por ejemplo en los hospitales.
“Tenemos datos que confirman que el robot ya ha dado cierta confianza psicológica con sus movimientos de cabeza y sus sonrisas a algunos pacientes cuando eran examinados por los médicos.” Dijo Satoko Inoue, portavoz de la empresa Kokoro una de las dos compañías involucradas en el desarrollo.
Una nueva tecnología siempre crea algún miedo y opiniones negativas, pero los investigadores buscan hacer robots que puedan expresar algo similar a las emociones humanas. Añadió Hiroshi Ishiguro, profesor de la Universidad de Osaka, que dirige la investigación.
Ahora la empresa tiene una serie de copias del robot para ser vendidas al precio de 10 millones de yenes ( unos 80.000 euros) a diversas organizaciones de investigación sobre robots.
Pero no sólo de imitaciones del genero femenino viven las industrias de la cibernética japonesa. También los robots semejantes a animales de compañía tienen su hueco en el mundo de los droides.
Se puede comprobar en el enlace del vídeo que acompaña a este post y en que podemos ver a un gato robot que hace lo mismo que haría uno de carne y hueso. Maullar, mostrar gestos con su felino rostro, detectar la llegada de alguien en la habitación, etc.
Muy interesante todo este mundo y creo que estamos, o los japoneses en realidad, muy avanzados en el tema de la cibernética. Está claro que los nipones son un pueblo que gusta del futuro y los robots son para ellos el icono más evidente de ese futuro que se nos prometió hace unas décadas atrás. Un futuro plagado de robots casi humanos, naves espaciales y extraterrestres venidos de infinitos mundos habitados. Pero ciertamente estamos muy lejos aun de ese futuro de ciencia-ficción. La carrera del espacio ha quedado relegada, y más ahora con la crisis generalizada, a un nivel muy bajo del escalón de prioridades de los países involucrados en ello.
Los mundos habitados son del todo esquivos a nuestra ciencia y a nuestros aparatos de rastreo, tanto ópticos como de señales de radio. Las ideas de un mundo habitable y que podamos colonizar queda cada vez más en las regiones más inaccesibles de la utopía o la entelequia.
Durante las décadas que van de los 50 a los 80, la ilusión de creer que el universo estaba lleno de civilizaciones avanzadas y que nos visitaban en platillos volantes, alimentó la esperanza de muchos en que llegaría el día de un contacto con unos supuestos hermanos del cosmos. Pero la ciencia y la realidad han demostrado que todo ha sido pura ilusión y que la explicación a los famosos platillos volantes solía ser mucho más mundana que la visita de seres de otros mundos. La ciencia hoy por hoy ha demostrado que no hay ningún planeta, al menos cercano, en el que pueda habitar una civilización, ni avanzada ni atrasada. Ni tan siquiera que pueda albergar vida. Y los planetas que pudieran tener unas condiciones parecidas al nuestro están tan lejos para que nos visiten los supuestos habitantes como para que entre en nuestros objetivos colonizarlo a medio o largo plazo. Hoy día, en la capacidad de nuestra ciencia y nuestra tecnología estamos muy, muy lejos de lograrlo.
Por otro lado la cibernética avanza, pero muy despacio. Lejos están aun los robots autónomos que puedan hablar y charlar con nosotros como si de personas se tratara. Los C3PO de la Guerra de la Galaxias o los Terminators de la película del mismo nombre, aun siguen esperándonos en su inaccesible reino de la Fantasía y la ciencia-ficción.
Es una lástima no haber podido conocer ese futuro que propugnaban los autores de Fantaciencia, pero no debemos quejarnos, ya que nuestro mundo sería algo mágico para un hombre de ciencia del siglo XIX. Y no digamos para un campesino de la edad media, para él nuestro mundo sería como una visión del infierno. Incluso, para un hombre o mujer de los años 50 o 60 nuestros adelantos tecnológicos serían cosa que les causaría gran admiración. Por ejemplo ¿Qué hubiera pensado un joven de principios de los 60, que solía hacer sus fiestas en guateques caseros con unos tocadiscos de maleta, si le dijésemos que hoy nuestra música ya casi no tiene soporte físico y que se reduce a un código binario de digitalización? Nos tomaría por locos.
Propicios días.
Gilgamesh.
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