Cuando pensamos en el racismo, siempre nos viene a la mente el blanco menospreciando al negro. Siempre tendemos a asociar el fanatismo con el color de la piel. Pero hay muchas formas de racismo, y en todas el ingrediente que prima es el de la ignorancia.
El racismo deviene por un conjunto de factores basados en los prejuicios y en el sentido de grupo. Una etnia siempre se sentirá distinta de otra si los rasgos culturales, sociales, políticos y religiosos marcan unas diferencias muy pronunciadas. Si, además, a eso le sumamos la diferencia de color de la piel, entonces tendremos el perfecto crisol para el caldo de cultivo de la intransigencia.
Un hermano menor del racismo es la xenofobia. Esta viene dada por factores muy distintos. En la xenofobia, del término griego xenos, que quiere decir extranjero, lo que encontramos en un principio es la desconfianza con los que no son del grupo. Esa desconfianza se puede trastocar muy fácil y rápidamente en sentimiento de rechazo, cuando el foráneo va ocupando paulatinamente espacios hasta el momento ocupados en exclusiva por los nativos.
Esto es lo que está ocurriendo actualmente en Europa y Estados Unidos con las ingentes masas de inmigración, que en cierto modo han ido desplazando en distintas áreas a los originarios y ocupando los espacios que les estaban reservados.
Pero si el racismo en sí, sea por ideología o religión o cualquier otro motivo ya es malo, cuando, además, a parte de ignorancia lo aderezamos con superstición, ya tenemos la intransigencia en estado puro y la caza del hombre.
Esto es lo que ocurre en muchos países africanos como Tanzania, contra los albinos. La superstición, la ignorancia y el hecho de ver diferentes a ciertas personas, hace caer a éstas rápidamente en la exclusión y la persecución.
Nacer albino en África, es nacer ya condenado. Desde el momento del alumbramiento, tanto el bebé como la madre son rechazados por el padre y por la comunidad donde ha ocurrido el hecho. La mera existencia del albino provoca un rechazo generalizado, en el que los prejuicios sociales y el analfabetismo cultural, se aúnan a las creencias mágicas y supersticiosas.
En algunas comunidades agrícolas africanas se cree que ciertas partes del cuerpo de un albino atraen la buena suerte, por lo que son el blanco más deseado de una cacería humana.
Los chamanes y curanderos africanos, utilizan en complejos ritos, las partes “mágicas” de los albinos. Estas partes, que acostumbran a ser los brazos, las piernas, el cabello o la lengua, se utilizan para crear sortilegios en los que una persona enferma puede recuperar la salud gracias a los efectos que podrían producir dichos miembros humanos junto con otras medicinas más ortodoxas dentro del curanderismo chamánico.
Mucha gente del medio rural africano es abonada a la creencia que la sangre de un albino hará tener mucha suerte a quien la beba, haciendo entrar la fortuna en forma de dinero en su casa.
Existe todo un mercado de miembros y partes de personas albinas, donde según cual sea la parte deseada se pueden llegar a pagar varios millares de dólares.La forma de obtener las partes necesarias para los conjuros de los brujos es la más sencilla; el asesinato, o bien la amputación directa del miembro mientras la persona está viva. Este fue el caso de Bibiana, una niña de diez años de Tanzania (foto a la derecha), que le fue amputada una pierna en un ataque nocturno en la choza en la que vivía. La agresión fue llevada a cabo por un grupo de creyentes que querían obtener riquezas a costa del sufrimiento de la pobre niña albina.
Se cree que el promedio de asesinatos por año puede ascender a cien. Algo realmente espantoso y que es indicativo de la terrible situación que vive este sector de la población.
Los albinos, a parte de los problemas derivados del racismo en sí, tienen que sufrir unas condiciones de vida en extremo durísimas, ya que sólo obtienen los peores trabajos y los que les obligan a trabajar al aire libre. Este tipo de trabajos significa que han de pasar largas horas de exposición a un inclemente sol tropical, sin ningún tipo de protección. Esto acabará produciendo al albino un terrible y generalizado cáncer de piel.
Afortunadamente en Tanzania se ha intentado paliar esta situación que viven los albinos. Como medida cautelar se ha ilegalizado la brujería y el curanderismo.
Esperemos que la opinión pública y la comunidad internacional empiece a tomar conciencia de esta lacra social, que afecta a muchos países africanos y que es poco conocida.
Curiosamente, África es el continente donde más nacimientos de albinos se registran. Según estudios, una de cada setenta personas es portadora de la mutación genética que causa la ausencia total de melanina.
Sólo nos resta esperar para ver que soluciones se pueden tomar al respecto.
Propicios Días.
Gilgamesh
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