En el noticiero de ayer viernes de Tele 5 se ofreció una noticia, por llamarlo de algún modo, harto curiosa. La nota hacía referencia a las preguntas y comentarios que hacían los turistas poco informados o simplemente tontos a los guías turísticos de algunas ciudades españolas. Entre las bellezas que los sufridos guías comentaban había las siguientes perlas:
--- Una guía de Madrid comentaba que en el Escorial, una turista se enojó furiosamente ya ella quería ir a comer gambas a la plancha en el paseo marítimo. El enfado de la turista era monumental porque, según ella, ya lo había hecho en otras ocasiones. Finalmente la cicerone averiguó que donde se había comido las gambas la gourmet, que no geógrafa señora, fue en Estoril y no en El Escorial.
--- Delante de la catedral de Toledo, el guía se desgañitó explicando la historia y las partes arquitectónicas del edificio. Tras media hora de explicaciones uno de los turistas del grupo levantó la mano y preguntó:
¿ Y dónde está esa catedral?
--- En Barcelona, la guía tras explicar concienzudamente todo lo relativo a la catedral de la Sagrada Familia y comentar el motivo del por que no está aun terminada, oye que alguien le pregunta:
¿El señor Gaudí cada cuánto visita la obra?
--- También en Barcelona una turista, esta si que creo que era rematadamente tonta, una vez hubo subido a uno de los buses turísticos dispuestos por el Ayuntamiento, le pregunta a la guía:
¿Y dónde está el conductor de la planta superior del autobús?
Como podemos ver muchos de los turistas que visitan nuestro país adolecen del más mínimo conocimiento o el más mínimo retraimiento para preguntar ciertas cosas. Hasta aquí lo visto en televisión. Pero en un blog malagueño he encontrado la siguiente perla.
En la Oficina Municipal de Turismo llegaron unos turistas estadounidenses y preguntaron si aun vivían los reyes católicos en la alcazaba.
La verdad es que mucho del turismo cultural es más bien acultural y cometen atrocidades dignas del Libro de los Records. Otras veces los enredos devienen por las confusiones del idioma y las costumbres distintas en cada país. Recuerdo que en Barcelona, durante las olimpiadas se hizo popular la confusión de un turista japonés que buscando el famoso Palau Sant Jordi, preguntó por el Palacio de san Jordi Pujol.
Pero no solo a los guías de turismo les ocurren cosas semejantes, a mí particularmente, me preguntaron una vez unas turistas por una extraña calle:
--- Por favor, la calle San Pérez.
Yo repasé mentalmente el callejero de Barcelona y después lo que sabía sobre hagiografía y tuve que concluir que desconocía, no tan solo la calle, sino también ese santo. Finalmente pude desentrañar el entuerto. Resultó ser la Ronda de San Pedro. En catalán sería la Ronda de Sant Pere, de ahí la confusión de las pobres chicas. He aquí una prueba de la confusión ocasionada por la cuestión idiomática.
En otra ocasión la culpa fue por el conocimiento parcial de las costumbres.
Me encontraba yo un día uno de noviembre de hace cuatro años, cenando en un restaurante chino al que solía ir de vez en cuando. En aquella época estaba leyendo un libro sobre la historia de China y descuidadamente lo dejé encima de la mesa mientras me servían el pedido. No tardó en apercibirse la camarera del tema del libro y de ello salió una breve conversación sobre la historia china, que derivó en las costumbres de ambos países. Cual no sería mi sorpresa que, comentando las costumbres de las fechas en las que estábamos (Festividad de todos los Santos) la joven china me dijo que a ella le parecía muy curiosa nuestra tradición de celebrar el día 1 de noviembre, Santa Castaña, comiéndonos ese fruto seco asado. La chica acababa de inventarse una nueva santa para el santoral.
Y abundando sobre las costumbres culturales que llevan a situaciones jocosas, voy a contar la última anécdota que me ocurrió. Esta vez hace muchos años, era yo un criajo de seis o siete y mi partener en la anécdota fue también esta vez un oriental.
Volvía de la escuela con mi madre cuando vimos en el suelo un mapa. Al recogerlo observó mi progenitora que tenía caracteres orientales y muy sagazmente dedujo que sería de un señor de por aquellos lares que por allí pasaba con aspecto de buscar algo. Como toda mamá que se precie me envió a mí a hacer entrega del mapa perdido al señor, que creo era japonés. Feliz yo, por tener mi primer encuentro con alguien de tan lejano horizonte fui corriendo a cumplir mi cometido. Efectivamente el mapa era del turista y al verlo y recupérarlo, muy agradecido el hombre, me hizo una inclinación de cabeza en señal de agradecimiento. Yo, como bien educado que estaba, le correspondí con el mismo gesto. Claro que, como la norma indicaba que el japonés debía ser el último como símbolo de agradecimiento, tras hacerle yo la reverencia él repitió a su vez el gesto, cosa que volví a hacer yo. Y así estuvimos unos cuántos minutos hasta que finalmente me cansé y me importó un pepino que fuera educado o no. Me marché corriendo y dejé al pobre hombre haciendo su reverencia. Al llegar a la altura de mi madre, ésta comprensiblemente estaba muerta de la risa.
Hasta aquí este cúmulo de anécdotas disparatadas. Pero si hay algo que sacar en conclusión, es que mucha gente debería informarse más antes de visitar un país y no ir haciendo gala de una cultura que para nada les honra. Y si hay un país que puede alardear de cierta ignorancia en geografía, ese es Estados Unidos, y si no, vean el enlace del video que les dejo. También les proporciono el enlace al blog de Málaga, para que se diviertan con más dislates de turistas.
Propicios días.
Gilgamesh
La Curiosidad del Turista
--- Una guía de Madrid comentaba que en el Escorial, una turista se enojó furiosamente ya ella quería ir a comer gambas a la plancha en el paseo marítimo. El enfado de la turista era monumental porque, según ella, ya lo había hecho en otras ocasiones. Finalmente la cicerone averiguó que donde se había comido las gambas la gourmet, que no geógrafa señora, fue en Estoril y no en El Escorial.
--- Delante de la catedral de Toledo, el guía se desgañitó explicando la historia y las partes arquitectónicas del edificio. Tras media hora de explicaciones uno de los turistas del grupo levantó la mano y preguntó:
¿ Y dónde está esa catedral?
--- En Barcelona, la guía tras explicar concienzudamente todo lo relativo a la catedral de la Sagrada Familia y comentar el motivo del por que no está aun terminada, oye que alguien le pregunta:
¿El señor Gaudí cada cuánto visita la obra?
--- También en Barcelona una turista, esta si que creo que era rematadamente tonta, una vez hubo subido a uno de los buses turísticos dispuestos por el Ayuntamiento, le pregunta a la guía:
¿Y dónde está el conductor de la planta superior del autobús?
Como podemos ver muchos de los turistas que visitan nuestro país adolecen del más mínimo conocimiento o el más mínimo retraimiento para preguntar ciertas cosas. Hasta aquí lo visto en televisión. Pero en un blog malagueño he encontrado la siguiente perla.
En la Oficina Municipal de Turismo llegaron unos turistas estadounidenses y preguntaron si aun vivían los reyes católicos en la alcazaba.
La verdad es que mucho del turismo cultural es más bien acultural y cometen atrocidades dignas del Libro de los Records. Otras veces los enredos devienen por las confusiones del idioma y las costumbres distintas en cada país. Recuerdo que en Barcelona, durante las olimpiadas se hizo popular la confusión de un turista japonés que buscando el famoso Palau Sant Jordi, preguntó por el Palacio de san Jordi Pujol.
Pero no solo a los guías de turismo les ocurren cosas semejantes, a mí particularmente, me preguntaron una vez unas turistas por una extraña calle:
--- Por favor, la calle San Pérez.
Yo repasé mentalmente el callejero de Barcelona y después lo que sabía sobre hagiografía y tuve que concluir que desconocía, no tan solo la calle, sino también ese santo. Finalmente pude desentrañar el entuerto. Resultó ser la Ronda de San Pedro. En catalán sería la Ronda de Sant Pere, de ahí la confusión de las pobres chicas. He aquí una prueba de la confusión ocasionada por la cuestión idiomática.
En otra ocasión la culpa fue por el conocimiento parcial de las costumbres.
Me encontraba yo un día uno de noviembre de hace cuatro años, cenando en un restaurante chino al que solía ir de vez en cuando. En aquella época estaba leyendo un libro sobre la historia de China y descuidadamente lo dejé encima de la mesa mientras me servían el pedido. No tardó en apercibirse la camarera del tema del libro y de ello salió una breve conversación sobre la historia china, que derivó en las costumbres de ambos países. Cual no sería mi sorpresa que, comentando las costumbres de las fechas en las que estábamos (Festividad de todos los Santos) la joven china me dijo que a ella le parecía muy curiosa nuestra tradición de celebrar el día 1 de noviembre, Santa Castaña, comiéndonos ese fruto seco asado. La chica acababa de inventarse una nueva santa para el santoral.
Y abundando sobre las costumbres culturales que llevan a situaciones jocosas, voy a contar la última anécdota que me ocurrió. Esta vez hace muchos años, era yo un criajo de seis o siete y mi partener en la anécdota fue también esta vez un oriental.
Volvía de la escuela con mi madre cuando vimos en el suelo un mapa. Al recogerlo observó mi progenitora que tenía caracteres orientales y muy sagazmente dedujo que sería de un señor de por aquellos lares que por allí pasaba con aspecto de buscar algo. Como toda mamá que se precie me envió a mí a hacer entrega del mapa perdido al señor, que creo era japonés. Feliz yo, por tener mi primer encuentro con alguien de tan lejano horizonte fui corriendo a cumplir mi cometido. Efectivamente el mapa era del turista y al verlo y recupérarlo, muy agradecido el hombre, me hizo una inclinación de cabeza en señal de agradecimiento. Yo, como bien educado que estaba, le correspondí con el mismo gesto. Claro que, como la norma indicaba que el japonés debía ser el último como símbolo de agradecimiento, tras hacerle yo la reverencia él repitió a su vez el gesto, cosa que volví a hacer yo. Y así estuvimos unos cuántos minutos hasta que finalmente me cansé y me importó un pepino que fuera educado o no. Me marché corriendo y dejé al pobre hombre haciendo su reverencia. Al llegar a la altura de mi madre, ésta comprensiblemente estaba muerta de la risa.
Hasta aquí este cúmulo de anécdotas disparatadas. Pero si hay algo que sacar en conclusión, es que mucha gente debería informarse más antes de visitar un país y no ir haciendo gala de una cultura que para nada les honra. Y si hay un país que puede alardear de cierta ignorancia en geografía, ese es Estados Unidos, y si no, vean el enlace del video que les dejo. También les proporciono el enlace al blog de Málaga, para que se diviertan con más dislates de turistas.
Propicios días.
Gilgamesh
La Curiosidad del Turista
1 comentario:
me gusta leerte....
berries
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